miércoles, 16 de abril de 2008

Colgando de una cuerda atada a una viga...


Llevo (casi) una semana tocado del estómago - tocado y hundido a ratos - y forzado, por tanto, a desatender mis obligaciones laborales (he faltado tres días a clase). Cierto es que descansar unos días del vendaval de hormonas en el que se transforma el instituto a estas alturas de curso supone un soplo de aire fresco hasta para el más festivalero - en fin, quizás, en mi centro, los perpetuos guirigayes en la ESO desluzcan un poco el cambio estacional que, en realidad, no es tan palpable. Al lío. Decía que estar de baja sería agradable si no fuera porque el motivo por el que mayoritariamente se da uno de baja es estar enfermo:

while(!estar_enfermo && estar_de_baja){
document.write("YUPI");
} *
Andar con las tripas revueltas, vomitando y/o con retortijones deprime tanto a parados como a asalariados: el dolor físico te impide realizar quehaceres de índole intelectual que impliquen leer más de un párrafo seguido; el encierro forzoso en el hogar provoca hastío, desidia y, si se prolonga, algo que no sé si tiene nombre y que estaría a medio camino entre la depresión y la autocomplacencia. En este estado y si no se es muy aficionado a actividades pretecnológicas, ¿qué mejor cosa que hacer que verse una peliculilla? Control, el biopic - como les llaman ahora a las películas biográficas - de Ian Curtis, dirigido por Anton Corbijn, un fotógrafo y realizador de vídeos musicales del que (he de confesarlo) no había oído hablar. Y no es que sea Michel Gondry, pero le ha quedado un filme (mucho) más que decente.
Ian Curtis, para quien no lo sepa, era cantante, letrista y alma de una banda punk(?) de finales de los setenta: Joy Division - al que ni le suene, le recomiendo dejar de leer, hacer click en el link y no morirse sin haberlos escuchado. El legado, lírico y musical, y la propia figura de Curtis se vieron magnificados tras su suicidio (se ahorcó en la cocina de su casa).

while(cantar_en_un_grupo&& suicidarse){
document.write("LEYENDA");
}
Oí por primera vez a Joy Division cuando tenía, a lo sumo, trece años (Curtis llevaba ya muerto un tiempo) y fueron, no me cabe duda, la primera banda que me afectó realmente, más allá de lo estrictamente musical. En aquella época pre-digital, la información paramusical circulaba en revistas especializadas, fanzines y, sobre todo, a través del boca a boca. La leyenda en torno a la muerte de Curtis, descontextualizada entre seguidores de latitudes lejanas a su natal Old Trafford, ganaba en romanticismo. Yo, fan absoluto de Joy Division en esta época - llegué a coser un parche con la portada de Unknown pleasures a una cartera de piel - hilvanaba en mi cabeza datos, sensaciones e hipótesis sobre la banda, su líder y su temprana muerte, que iban dando forma al mito. Veía en Curtis a un personaje atormentado por cuestiones existenciales tan profundas que escapaban a mi compresión.
La película ha venido a diluir la quimera. En ella, Ian Curtis aparece como lo que realmente debió de ser: un postadolescente del norte de la Inglaterra de mediados de los setenta, aficionado al rock y a las drogas, que se casa joven, tiene un hijo, conoce el éxito y a otra mujer. En la película, su depresión parece estar ligada básicamente a su incapacidad para elegir entre dos mujeres (o entre dos tipos de vida), así como el agotamiento físico y mental que le suponían los directos y la banda en general.
Recomiendo a todos la película que tiene muchos aciertos : la austeridad del blanco y negro, el trabajo de los actores principales (brillante Samantha Morton), la banda sonora, el guión y la perfecta ambientación. Sin embargo, a mí me produjo cierto desasosiego por las razones arriba expuestas: se desmontó otro mito - uno más.

*Agradecimientos a Juan Ángel por su simpática sugerencia sintáctica para la chorradita del código (mucho mejor que el que yo escribí inicialmente, en serio). Gracias YIYI

2 comentarios:

Abdul Alhazred dijo...

Desde mi modestísimo punto de vista, Corbijn es uno de los mejores retratistas que hay hoy en día. Si te gusta el blanco y negro fotográfico, te encanta Corbijn.
Como director de vídeos es también excelente, y tiene una trayectoria con bandas bastante gordas (ha dirigido a U2, Depeche Mode...). Pero desde luego, me quedo con su faceta de fotógrafo:

Tom Waits:
http://media.anti.com/tom_waits/orphans/anton_corbijn_1.jpg

U2:
http://www.caborian.com/wp-content/uploads/2007/08/antoncorbijn2.jpg

Tiene una foto genial de Bono y Salman Rushdie en la que tienen intercambiadas sus gafas. No la encuentro, pero es lo más :)

Salu2

Bahnhof dijo...

Modestísimo y MUY ilustrado, gracias Juan Luis (aquí estamos en el supermódulo de Carmen: no sabes lo que te estás perdiendo...)