sábado, 12 de diciembre de 2015

Chin chin Navidades

miércoles, 14 de noviembre de 2012

14N El derecho al trabajo

A través de @jlcastilloch me ha llegado la siguiente declaración aparecida en un comentario a una noticia del diario Público. Dirigida a todos aquellos para los que hoy el derecho que prevalecía era el derecho a trabajar y consumir. Mañana ya será otro día... A ver quién lo firma, a ver.




CARTA DE RENUNCIA A CUALQUIER DERECHO GANADO CON HUELGAS Y LUCHA
Yo,..................................................................................., con DNI núm. ..........................., Trabajador de la empresa............................................................................................,
DECLARO:
QUE estoy absolutamente en contra de cualquier coacción que limite mi libertad de trabajar.
QUE, por ello, estoy en contra de huelgas, piquetes sindicales y cualquier tipo de violencia que me impida el libre desplazamiento y acceso a mi puesto de trabajo.
QUE por un ejercicio de coherencia con esta postura, y como muestra de mi total rechazo a la conculcación de esas libertades,
EXIJO:
1 º. QUE se me retire el beneficio de la jornada de 8 horas, dado que este beneficio se obtuvo por medio de huelgas, piquetes y violencia, y se me aplique la jornada de 15 horas vigente antes de la injusta obtención de este beneficio.
2 º. QUE se me retire el beneficio de días de descanso semanal, dado que este beneficio se obtuvo por medio de huelgas, piquetes y violencia, y se me aplique la obligación de trabajar sin descanso, de lunes a lunes.
3 º. QUE se me retire el beneficio de días de vacaciones, dado que este beneficio se obtuvo por medio de huelgas, piquetes y violencia, y se me aplique la obligación de trabajar sin descanso los 365 días del año.
4 º. QUE se me retire el beneficio de las pagas extraordinarias, dado que este beneficio se obtuvo por medio de huelgas, piquetes y violencia, y se me aplique la obligación de cobrar sólo 12 pagas anuales.
5 º. QUE se me retiren los beneficios de bajas por maternidad, matrimonio, defunción, etc., Ya que estos beneficios se obtuvieron por medio de huelgas, piquetes y violencia, y se me aplique la obligación de trabajar sin derecho a baja por este motivo.
6 º. QUE se me retire el beneficio de baja por enfermedad, dado que este beneficio se obtuvo por medio de huelgas, piquetes y violencia, y se me aplique la obligación de trabajar aunque esté gravemente enfermo.
7 º. QUE se me retiren los beneficios de aportaciones a la Seguridad Social y al desempleo, dado que estos beneficios se obtuvieron por medio de huelgas, piquetes y violencia. Yo me encargaré de obtener atención médica de pago, y ahorraré para cuando no tenga trabajo.
8 º. Y, en general, que se me retiren todos los beneficios obtenidos por medio de huelgas, piquetes y violencia que no estén contemplados en este escrito.
9 º. DECLARO, también, que renuncio de manera expresa, completa y permanente a cualquier beneficio actual o futuro que se consiga por medio de la huelga del día 14 de noviembre de 2012, y todas y cada una de las huelgas futuras.



lunes, 11 de abril de 2011

Wordle

Curioso esto de Wordle: crear un nube con las palabras que aparecen en un blog... El orden es aleatorio y a veces, casualmente aparecen combinaciones de términos cuanto menos chocantes: "¡Ah, hormonas primavera!", "transforma, revienta", "información quizás significa comunicación", "ordenador hermoso hundido"...

Wordle: y sobre todo nada

viernes, 16 de mayo de 2008

Locus amoenus


¡Ah, la primavera! !Qué hermoso tópico! ¡Cuánta razón tenían Wordsworth y Garcilaso! La naturaleza revienta - cada vez, eso sí, con menos brío -, y no hay nada comparable. Ni el más bello edificio de Ghery, ni los fuegos artificiales más caros, ni el mejor de los efectos digitales pueden asombrar tanto como como un bosque - un parque, incluso - recién llovido, oreándose, como un bañista, bajo los rayos de sol que, impacientes, arañan la tierra tras una tormenta. Las hojas de los árboles repasan sucesivas coreografías; el suelo bulle, cuajado de lombrices; los nidos de orugas colgados de las copas de los pinos, como entes invasores venidos de otros mundos, se abren y comienza un goteo de insectos largos y pilosos; surgen briznas de hierba de entre las grietas del pavimento y la madera quemada reverdece con brotes nuevos. El aire se limpia restaurando detalles del paisaje ocultos durante casi todo el año por el efecto moiré de la polución. Y todo empieza a oler: los estambres, los pistilos y los pétalos; la mierda mojada; el rastro de los rebaños, las veredas y las fuentes; el agua de lluvia - antes, durante y después de llover - y el agua de los charcos.
Es una delicia: si uno se abandona a esta avalancha de estímulos, se sienta frente al sol y entorna los ojos, por momentos se diluyen las hipotecas y las deudas, el trabajo, los plazos, las fechas, los gritos, los lunes...
El campo en primavera: mucho más efectivo que el Orfidal©: garantizado.

viernes, 25 de abril de 2008

Lo que yo diga, y punto


Para quien no lo sepa: trabajo en un centro TIC.
Para quien no lo sepa: las siglas TIC significan Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Par ser más claros: los centros TIC serían centros educativos públicos en donde habría un ordenador por cada dos alumnos y donde la gestión docente estaría informatizada: desde los departamentos a las tutorías (cito a Pancho López y María Ferragudo de
rebelion.org ).
Lo primero que uno se encuentra al llegar a mi centro de trabajo es un peazo de placa bien pegada al muro que informa a visitantes y usuarios que se encuentran frente a una suerte de stargate que les dará acceso a un espacio TIC: ¡Atención! Está usted a punto de dejar atrás el barrio polvoriento, de bloques achicharrados en mitad de la solana, plagado de vecinas en pijama, para introducirse en un medio en el que tendrá acceso garantizado a las autopistas digitales de la información - sí, la idea es reproducir el ambiente de un anuncio de Orange, ya sabéis, el de (si vas aflojando la pasta) "tienes derecho a internet".
Sin embargo, las TICs que tan alegremente pregona el cartel de la entrada se reducen a un par de carritos con ordenadores portátiles que se guardan celosamente en unos cuartitos trasteros ubicados al principio de los pasillos de cada una de las dos plantas. En fin, no es lo que uno espera, pero, es lo que hay. Así que vamos a usarlo, siguiendo, por supuesto, las directrices de la administración educativa, que anima con vehemencia al profesorado a incluir las nuevas tecnologías en el día a día de su práctica docente - sugerencia, por otra parte, con la que no puedo estar más de acuerdo.

Pues bien, resulta que es el secretario del centro el que guarda con celo admirable las llaves de los trasteros antes citados y es él el encargado de abrirlos y de llevar los carritos a las aulas donde han sido solicitados. En otros institutos estos menesteres corren a cargo de los conserjes, pero aquí da la impresión de que ni ordenanzas ni profesores estamos capacitados para tan delicada tarea. O quizá creen que los vamos a robar, no sé.

El protocolo es el siguiente: con la debida antelación, el profesor apunta en un cuadrante diseñado a tal efecto cuándo y para qué grupo necesitará los equipos informáticos y el señor secretario va y se los sube, claro está, siempre que este señor pueda y/o quiera (esta segunda posibilidad me ha quedado hoy definitivamente clara). Por tanto, el acceso a las TICs queda supeditado a la disponibilidad y/o voluntad de una persona.

Chungo, ¿no?

Cuento la anécdota de hoy en un plis para no aburrir. Tenía reservados los ordenadores desde hacía más de una semana para usarlos hoy a quinta hora con un 1º de la ESO. Me he retrasado cinco minutos porque he tenido que satisfacer una necesidad fisiológica imperiosa. Cuando he subido, el señor secretario se encontraba aún dentro del cuarto donde se guardan los carritos y, cuál ha sido mi sorpresa cuando, tras saludarlo e indicarle la clase adonde iba, me responde que he llegado tarde, que lleva un rato esperando y que me quedo sin ordenadores. O sea, que sus santos cojones (perdonad el registro) nos han dejado a mí y a un grupo de alumnos sin acceso a las TICs. El tío se ha dado media vuelta y se ha ido tan tranquilo. Lo más increíble es que ha hecho esto delante de todos los alumnos, tres profesores más y la mismísima jefa de estudios, que ha contemplado la escena sin pestañear - un poco incómoda se la veía, eso sí - y ante las atónitas miradas de los que nos encontrábamos allí. Los chavales, viéndose sin ordenadores, han despedido a don Corleone con su habitual finura (¡Calvo, cabrón, danos los ordenadores!¡Maestro, pégale una hostia!), pero don Vito ha hecho caso omiso (y, para colmo, me he visto en la obligación moral de reprender a los chicos por ponerse a vocear así).

Si alguno de vosotros trabaja en un centro TIC, agradecería que, por favor, me aclarara algunas dudas:

¿Son los ordenadores de un centro educativo propiedad del equipo directivo o de alguno de sus miembros?

¿Es el derecho de acceso a las TICs directamente proporcional a la cantidad de tiempo que hay que dedicar a lamerle el culo a los que te proporcionan tal acceso?

¿Alguien podría decirme, ¡por Dios!, si esto es normal?



miércoles, 16 de abril de 2008

Colgando de una cuerda atada a una viga...


Llevo (casi) una semana tocado del estómago - tocado y hundido a ratos - y forzado, por tanto, a desatender mis obligaciones laborales (he faltado tres días a clase). Cierto es que descansar unos días del vendaval de hormonas en el que se transforma el instituto a estas alturas de curso supone un soplo de aire fresco hasta para el más festivalero - en fin, quizás, en mi centro, los perpetuos guirigayes en la ESO desluzcan un poco el cambio estacional que, en realidad, no es tan palpable. Al lío. Decía que estar de baja sería agradable si no fuera porque el motivo por el que mayoritariamente se da uno de baja es estar enfermo:

while(!estar_enfermo && estar_de_baja){
document.write("YUPI");
} *
Andar con las tripas revueltas, vomitando y/o con retortijones deprime tanto a parados como a asalariados: el dolor físico te impide realizar quehaceres de índole intelectual que impliquen leer más de un párrafo seguido; el encierro forzoso en el hogar provoca hastío, desidia y, si se prolonga, algo que no sé si tiene nombre y que estaría a medio camino entre la depresión y la autocomplacencia. En este estado y si no se es muy aficionado a actividades pretecnológicas, ¿qué mejor cosa que hacer que verse una peliculilla? Control, el biopic - como les llaman ahora a las películas biográficas - de Ian Curtis, dirigido por Anton Corbijn, un fotógrafo y realizador de vídeos musicales del que (he de confesarlo) no había oído hablar. Y no es que sea Michel Gondry, pero le ha quedado un filme (mucho) más que decente.
Ian Curtis, para quien no lo sepa, era cantante, letrista y alma de una banda punk(?) de finales de los setenta: Joy Division - al que ni le suene, le recomiendo dejar de leer, hacer click en el link y no morirse sin haberlos escuchado. El legado, lírico y musical, y la propia figura de Curtis se vieron magnificados tras su suicidio (se ahorcó en la cocina de su casa).

while(cantar_en_un_grupo&& suicidarse){
document.write("LEYENDA");
}
Oí por primera vez a Joy Division cuando tenía, a lo sumo, trece años (Curtis llevaba ya muerto un tiempo) y fueron, no me cabe duda, la primera banda que me afectó realmente, más allá de lo estrictamente musical. En aquella época pre-digital, la información paramusical circulaba en revistas especializadas, fanzines y, sobre todo, a través del boca a boca. La leyenda en torno a la muerte de Curtis, descontextualizada entre seguidores de latitudes lejanas a su natal Old Trafford, ganaba en romanticismo. Yo, fan absoluto de Joy Division en esta época - llegué a coser un parche con la portada de Unknown pleasures a una cartera de piel - hilvanaba en mi cabeza datos, sensaciones e hipótesis sobre la banda, su líder y su temprana muerte, que iban dando forma al mito. Veía en Curtis a un personaje atormentado por cuestiones existenciales tan profundas que escapaban a mi compresión.
La película ha venido a diluir la quimera. En ella, Ian Curtis aparece como lo que realmente debió de ser: un postadolescente del norte de la Inglaterra de mediados de los setenta, aficionado al rock y a las drogas, que se casa joven, tiene un hijo, conoce el éxito y a otra mujer. En la película, su depresión parece estar ligada básicamente a su incapacidad para elegir entre dos mujeres (o entre dos tipos de vida), así como el agotamiento físico y mental que le suponían los directos y la banda en general.
Recomiendo a todos la película que tiene muchos aciertos : la austeridad del blanco y negro, el trabajo de los actores principales (brillante Samantha Morton), la banda sonora, el guión y la perfecta ambientación. Sin embargo, a mí me produjo cierto desasosiego por las razones arriba expuestas: se desmontó otro mito - uno más.

*Agradecimientos a Juan Ángel por su simpática sugerencia sintáctica para la chorradita del código (mucho mejor que el que yo escribí inicialmente, en serio). Gracias YIYI